Reseña de "Saqueadores de espuma. La ciudad y sus grietas", de Lurdes Martínez, a cargo de Esther Peñas para Solidaridad digital.

Saqueadores de espuma o la reapropiación del lugar

Esther Peñas / Madrid

Todo libro aspira a des-colocar la vida de quien lo lee, de quien lo habita. Todo libro mantiene vocación de alcanzar la raíz misma de aquel que lo sostiene en las manos e insuflar savia de autenticidad, de fulgor. Todo libro se propone transcurrir en el tiempo de la emoción más alta, ajeno a manecillas que avanzan indiferentes a lo que brota: el acontecimiento mismo. 

Saqueadores de espuma (Ediciones El Salmón) es uno de ellos, un libro que alumbra y teje la experiencia de permitir (se) la mayor autenticidad para con los propios deseos y poder nombrarlos para que sean compartidos. Lo que Bloch llamaba principio de esperanza, ese elemento utópico inherente al ser humano.

Su autora, Lurdes Martínez (Bilbao, 1963), poeta, zahorí de lo maravilloso, miembro del Grupo Surrealista de Madrid, propone en este tapiz (lírico y revolucionario, testimonial y conspirador, ensayístico y cinematográfico) una reapropiación del lugar. 

Contra la ciudad del desafecto, como la llamaba Eliot, contra los espacios impuestos, prestos al olvido, espacios liquidados y cedidos a las leyes más elementales de la economía, desalmados, informes, Lurdes Martínez plantea entregarse a la belleza para que el lugar sea (pueda serlo) habitado por la memoria. La belleza anterior a toda forma que nos va haciendo a su misma semejanza.

La ciudad y sus grietas, lleva por subtítulo. Grietas o tajos, hendiduras o puntos de fuga que permitan que entre la luz. Fisuras, resquicios o cortes que facultan bordear el sinsentido para abrir el asombro. 

Basta para ello quebrar la expectativa de la práctica. Sostener el pulso poético. Saber mirar. Contemplar (templar-se-con). Ser pasivo, a pesar del estigma en estos días del adjetivo, porque solo siendo pasivo podremos ser afectados por la exterioridad, traspasados por ella. Saqueadores de espuma da cuenta de la temperatura emocional del prodigio, allí donde todo es puesto en causa.

No es una cuestión de felicidad, es un estado de contacto.

En sus tres primeros capítulos (La experiencia arruinada, La ciudad y sus grietas y Exterioridad), así como los linajes epigráficos que contienen, Lurdes Martínez va desarrollando su tesis (oposición a la sociedad capitalista, a la toxicidad mortal del neocapitalismo) para detectar los síntomas y poder aplicar los remedios (sencillos, como lo que transforma). Una escucha, externa e interna, una actitud, pasiva y activa, que aglutina, no opone (porque lo real no tiene contrario). 

Este libro, arquitectura pura de desarme, se sostiene en la belleza, en la capacidad de resignificar lo externo gracias a una zarabanda en la que la intuición, el resplandor interno que intuye y conecta analogías y sentidos (ocultos hasta entonces, pero plenos), nos enseña el modo en que la maravilla se mantiene como imán, sin perder la fuerza que lo convertiría en hierro común.

Maravilla que queda hilvana en el pórtico firmado por el también poeta Julio Monteverde, un prólogo apasionado y exacto que sirve de trompeta apocalítica a la lectura (puesto que nos da noticia del suceso maravilloso así como de quien lo prende, Lurdes Martínez). 

Y de la propuesta subjetiva (estos tres capítulos mencionados), al ejemplo otro: La experiencia reencantada, donde dos películas (‘L’Atalente, de Jean Vigo’, y ‘La novia del pirata’, de Nelly Kaplan) sirven a la poeta para trazar el mapa de lo subversivo. Vidas que laten, que se rebelan a no seguir su instinto, que se obedecen a sí.  

«Las obras de los hombres, fábricas arrogantes ausentes de proporción, desafían la gravedad y dislocan los cuerpos al contemplarlas. Son dañinas secuelas de la magia negra técnica. Tras abandonar toda imbricación con sus creadores emprenden un viaje en solitario que rompe de pleno la ordenación del mundo. 

Maleficios que se desligan de los empequeñecidos, no guardan relación con nada humano.

Ahora, es la imaginación la que construye y el deseo o la necesidad guían la destreza: levantar un fuerte pirata o tender una toalla para los insolados. Ahora, miramos cara a cara lo que las manos han levantado y la igualdad es la escala. Si no existe el oficio de hacedor de nubes, se crea. Pero la bruma nos pertenece. Y si desciframos su alfabeto de gotas de agua es porque imitamos las leyes atmosféricas, al servirnos de la humedad como materia primordial de las propias construcciones. Calados hasta los huesos, edificamos ennegrecidas bóvedas que abrigan a los observadores de ojos de horizonte».

Los saqueadores creen en las cimas de la pasión. 

En el corazón clarividente. 

En la lengua a alta frecuencia. 
 

* Lurdes Martínez presentará «Saqueadores de espuma» este viernes, 21 de febrero, a las 19 horas. En la librería Enclave (Relatores, 16, Madrid).