La bomba atómica plantea el problema del control humano de la técnica. Que me escuchen aquellos que confunden la aventura del conocimiento con el instinto mecánico. No se trata de someter el conocimiento, sino de controlar sus aplicaciones prácticas. En la medida en que es una aventura solitaria, el conocimiento es libre; pero en la medida en que sus aplicaciones prácticas transforman las condiciones de la vida de los hombres, es una cuestión que debemos juzgar. Porque si no todos los hombres son competentes para juzgar en materia de física, todos son competentes para juzgar la forma en que sus vidas serán trastornadas por la física, y en este caso no es sólo el interés de la ciencia lo que debe tenerse en cuenta, sino todos los intereses humanos. Si no se plantea la cuestión del control de los medios técnicos por parte de todos los individuos, los derechos que la democracia nos otorga pueden llegar a ser irrisorios.

Somos revolucionarios a pesar nuestro. Textos pioneros de ecología política
Bernard Charbonneau & Jacques Ellul

Introducción de Quentin Hardy
Traducción de Salvador Cobo y Adrián Almazán
Colección Naturamque Sequi, 5

2020
17€
194p.
14×20
ISBN:
978-84-121887-0-7
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«Hoy en día, toda doctrina que se niegue a considerar las consecuencias del progreso, ya sea porque considere secundarios tales problemas (ideología de derechas), o porque los divinice (ideales de izquierdas), es contrarrevolucionaria. Lo que caracteriza al mundo totalitario en el que vivimos es la simbiosis de política y de técnica, el acuerdo entre la voluntad de poder de los jefes de Estado y la curiosidad objetiva, el sentido mecánico, la estrecha docilidad de los técnicos. Debemos recuperar el control de nuestros medios. Si no reducimos el progreso técnico a la condición de un instrumento, y ese es el significado de la bomba atómica, pereceremos aplastados por las fuerzas que hemos desatado. No es un domingo en el campo lo que necesitamos, sino una vida menos artificial».

Contemporáneos de la Gran Depresión, de la crisis del liberalismo y el auge del fascismo y del comunismo, Bernard Charbonneau (1910-1996) y Jacques Ellul (1912-1994), amigos y miembros del «Movimiento personalista», llevaron a cabo desde su juventud una crítica no marxista de la alienación del hombre moderno. Frente a la tiranía de la Ciencia, la Industria y el Estado, esbozaron un proyecto revolucionario que no pasaba por la toma del poder, sino por una contrasociedad basada en múltiples comunidades dispersas, cultivando otro tipo de relaciones sociales y una actitud nueva hacia la naturaleza.

Los cuatro ensayos que presentamos aquí, escritos entre 1935 y 1945, sentaron las bases del pensamiento ecologista, ofreciendo una lectura absolutamente actual, humanista y libertaria de nuestra sociedad productivista, consumista y tecnófila.

Bernard Charbonneau

Bernard Charbonneau (1910-1996), geógrafo e historiador de formación, filósofo por vocación, escribió una veintena de libros en los que estudió el impacto de la «Gran Transformación» propiciado por la industrialización de la existencia. Considerado como el precursor de la ecología política en Francia, su profundo amor por la naturaleza y su rechazo de la urbe motorizada hizo que optara por vivir retirado en el campo, lejos de las tertulias parisinas y de las academias, ejerciendo como profesor de geografía e historia en un colegio. Su compromiso en la defensa de la naturaleza lo llevó a fundar y dirigir, junto a su amigo Jacques Ellul, diferentes organizaciones ecologistas, como el Comité de Defensa de la Costa de Aquitania. En Ed. El Salmón ya ha aparecido El Jardín de Babilonia (2016).

Jacques Ellul

Jacques Ellul (1912-1994), filósofo, teólogo y anarquista cristiano, es autor de múltiples libros, siendo los más importantes aquellos que conciernen a la crítica de la técnica y de la tecnología: La Technique ou l’Enjeu du siecle, 1954 (publicado en castellano con el título La edad de la técnica), 1977 y Le bluff technologique, 1988.