George Orwell. La biografía

Orwell comprendió que era un «escritor político», y ambos términos tenían idéntico peso. No pretendía ser un filósofo político, ni tampoco un mero polemista político: era un escritor, un escritor en sentido amplio, autor de novelas, obras descriptivas que denominaré «crónicas», ensayos, poemas e innumerables reseñas de libros y columnas de periódico. Pero si bien sus mejores obras no eran abiertamente políticas en su temática, siempre mostraban una conciencia política. En este sentido, Orwell es el escritor político más brillante en lengua inglesa desde Swift, ese moralista, satírico, estilista y agitador que tanta influencia ejerció en él. En su madurez, Orwell definió a Swift como «anarquista tory», olvidando que había utilizado esa misma expresión para describirse a sí mismo cuando, siendo joven, se le preguntó cómo se posicionaba políticamente.

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La vida en la tierra

¿En qué pensar? Me acerco a la ventana. La calle se me aparece con una precisión absoluta: las carrocerías de los coches brillan al sol, por la acera de enfrente pasan los transeúntes con sus órganos internos. ¿A qué dedicar todas estas horas del día? Con mucho gusto me dejaría caer por las callejuelas empinadas, por las escaleras con baranda de hierro entre los muros ennegrecidos para bajar hacia los barrios de la ribera del río y buscar por allí un modesto restaurante en el que almorzar bajo el cielo de antaño. Pero ahí fuera está el mundo televisado, la ciudad presa de su delirio de motores y electricidades, sus habitantes de ojos artificiales.

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A la caza de Moby Dick

Una civilización que se basa en la sobreexplotación infinita de recursos finitos en beneficio de una parte de la humanidad, en un mundo superpoblado y globalizado, forma un puzle imposible. En este marco tóxico, no es posible un futuro, ni poshumano ni siquiera humano. Si no cambiamos las piezas, el destino que nos espera en un plazo muy breve es el colapso de la vida civilizada, y todas las especulaciones que podamos hacer sobre un eventual mundo poshumano se convertirán en humo. Si llega el fin del mundo, lo que venga después no importa.

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Saqueadores de espuma

La nueva ciudad carece no sólo de capas sucesivas de acontecimientos sedimentados a lo largo del tiempo capaces de animar a sus moradores; se halla igualmente desprovista de miradas que puedan vivirla, pues el capital humano disponible para construir el devenir histórico de tal distopía es una miríada de seres indiferentes al descalabro de la ciudad histórica. Inmersos en un delirio aséptico, cobijados y guarecidos de los peligros de la vida en sus coches y casas, aislados e inmovilizados ante el teclado y la pantalla, ¿pueden los incidentes desfallecidos de sus vidas dejar alguna huella en las piedras de la ciudad?

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El género y los sexos

Cuestionar, en definitiva, lo que parecía fuera de toda duda: que vivimos bajo un sistema de sexo/género que nos oprime y condiciona toda interacción posible entre los sexos. Premisa desde la que la aún necesaria lucha feminista corre el riesgo de ser absorbida por una sola de sus ramas, probablemente la menos liberadora de todas ellas.

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La mosca en la botella

El sentido común se mueve en el ámbito de todo lo que es directamente intuible y «no se deja desconcertar por las palabras». Podría incluso definirlo como disenso común, es decir, el coraje de una percepción desinteresada de una realidad distinta a la que nos querrían presentar los medios de comunicación, los periódicos y la televisión.

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La libertad en coma

Seamos claros: la informatización de la vida está creando cada vez más rápido una serie de problemas humanos, sanitarios y políticos demasiado graves como para que la sociedad pueda seguir ocultándoselos a sí misma de forma indefinida.

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Llamamiento al socialismo

La tecnología está por completo bajo el embrujo del capitalismo; la máquina, la herramienta, el inanimado sirviente del ser humano, se ha convertido en su amo; a su vez, el capitalismo es esclavo de la tecnología creada por él mismo. También él ha sido integrado al engranaje de sus máquinas; y, como sus obreros, es aplastado a menudo por ellas.

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